14 de junio de 2006

De cómo me convertí fugazmente en profesor de música

Debido entre otras cosas al abusivo precio de los garbanzos de bote y al sueldo de mi mayordomo Sigfried, mi economía comienza a estar en un estado algo inestable. Es por eso por lo que la semana pasada decidí poner un anuncio en la prensa ofreciendo mis servicios como profesor de Armonium (peculiar y satisfactoria afición de la que quizá les hable otro día).

El Armonium (o armonio, o harmonio, o harmonium) -para aquellos que no lo sepan-, es un instrumento musical parecido al órgano. Digamos que es algo así como el órgano de los pobres. En su composición, -bastante parecida en lo básico a su hermano el mayor-, se sustituyen los solemnes tubos de difícil factura y esbelta figura por unas ridículas lengüetas metálicas, a manera de armónica desmesurada, en las que se insufla el aire por unos fuelles que acciona el mismo ejecutante. Se ahorra así la cuota del gimnasio, con lo que matamos dos pájaros de un tiro. Pero me estoy yendo del tema…

Un par de días después de poner el anuncio recibí en mi casa a una monjita a la que su comunidad enviaba a aprender música, pues la organista del convento, a sus ochenta y siete años, clamaba ya por la jubilación. La clase se desarrolló en estos términos.

- Buenos días, hermana. Le garantizo que va a aprender usted a tocar el armonium en una semana. Comenzaremos por las tónicas.

- No, gracias, yo sólo bebo agua. Además, no sé si el voto de castidad me permite beber a solas con un hombre.

- No, no, hermana, se confunde usted. Se llama tónica a la nota que da nombre a una tonalidad… Depende de los bemoles y sostenidos de la armadura.

- ¿Qué armadura? ¿Aquella del pasillo?

- Eh… Luego le explico. Decía, que en una tonalidad hay básicamente tres acordes: la tónica, la subdominante y la dominante.

- ¡Huy! Mire, yo de dominante nada… el voto de obediencia, ¿sabe?

- No, la dominante es la quinta… Bueno, es igual, luego le doy una tabla de acordes. Para poder tocar todos los acordes en una sóla octava…

- Perdone, pero es que yo de ciencias… entre las quintas y las octavas me voy a hacer un lío. Yo sólo entiendo de novenas, ¿sabe?

- ¡No…! Me refiero a la octava nota empezando por la tónica. Repito: Para poder tocar todos los acordes en una sóla octava se pueden hacer distintas inversiones.

- Pues eso no va a poder ser.

- ¿Por qué no?

- ¿Cómo voy a hacer yo inversiones, si con el voto de pobreza no tengo ni para pipas?. Además… ¡¿No pretenderá usted venderme sellos de esos?!

(Ahí empecé a perder la paciencia)

- ¡Bueno! Vamos a ver, hermana: ¡tóqueme usted la escala!

- ¡¡¿¿Qué le toque qué??!!

- ¡La escala! ¡Doremifasollasidó!

- Pero buen hombre, si yo no he tocado eso en mi vida… Y a todo esto… ¿esos palos blancos y negros para qué sirven?

- ¡¡¡……!!!

Llegados a ese punto, ante la más que probable conclusión de la clase con un atentado contra la integridad física de la hermana, la despedí y le recomendé que a partir de ahora en el convento canten con acompañamiento de cántaro y alpargata o botella de anís y cucharilla.

Pero después de todo, el Armonium me sacará de mis apuros económicos. Visto el éxito de mis clases he decidido venderlo. Se aceptan ofertas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo siento, querido escritor, pero de momento no estoy interesado en adquirir ese Armonium, pues ya hace tiempo que renuncié a mi prometedora carrera musical para seguir otros caminos.

Anónimo dijo...

Yo lo compraría, querido escritor, pero pensándolo bien no sabría donde ponerlo ni que hacer con el. Además, par mi no sería una inversión tan rentable si tenemos en cuenta que llevo sin hacer gimnasia desde 1º de BUP y las cuotas que otros destinan a este habito yo se lo debo a tabacalera.
No se...no se.... quizá pdrías plantearte dar clases online, claro que, no quiero imaginarme como le explicas a la monjita que para mirar tus "webs" tiene que bajarse primero las "cuquis". Un abrazo