16 de marzo de 2007

Los signos de los tiempos

La Tempestad: Seguro que el hombre acaba mojado
O DE LO QUE LE ACONTECIÓ AL CAMINANTE POR FIARSE DE CONSEJOS AJENOS

Acabo de llegar a casa después de hacerme la ruta del colesterol; es decir, de recorrerme los dos kilómetros y medio de la "circunvalación" del pueblo.

El nombre de "ruta del colesterol" le viene a dicho camino por ser el trayecto que recorren a diario por prescripción médica la mayoría de mis lozanas feligresas.

Y lo de "circunvalación" lo he puesto entre comillas porque en realidad es un camino agrícola que rodea el pueblo y que, merced a una capa de asfalto -y ya está- sirve para que los camiones que pasan por aquí no tengan que atravesar el "centro urbano", evitando así el más que probable peligro de quedarse atascados en una de sus amplias "avenidas". Como veis, demasiadas comillas hay en la Aldea del Arce.

Normalmente no me gusta dar mis paseos por ahí, por aquello del buey suelto y de que más vale sólo que acompañado a la fuerza, ya se sabe. Prefiero más bien dejar el coche a la vera de algún camino y perderme por entre los cerros, donde no tengo que quitarme los auriculares del MP3 cada 2X3 para saludar o intercambiar comentarios sobre el tiempo. Pero precisamente por culpa del tiempo, pues esta mañana ha llovido y los caminos están hechos un barrizal, hoy he tenido que sumarme al rebaño, ciertamente bastante mermado por la humedad.

Y precisamente de lo que quería hablar es de esos comentarios sobre el tiempo. Al salir de la Aldea esta tarde me encuentro a dos hermanas cavando su huerta:

- ¿Qué, señor cura, de paseo?

- Sí, a ver si puedo volver antes de que se líe a llover.

- No, si esta tarde ya no llueve.

- Ah, vale.

Continúo andando y mientras me recoloco los auriculares dirijo una mirada escéptica a los negros cúmulos de nubes que vienen del norte.

"Bueno -pienso- si ellas, que son de campo, lo dicen, será verdad, pero yo juraría que se pone a llover en diez minutos".

Que es exactamente lo que ha ocurrido. Para que te fíes de la sabiduría popular.

Ilustración: Giorgione, "La Tempestad"

15 de marzo de 2007

Igual da

Igualdad La única que ha comprendido en su correcto sentido la afirmación que hacía Sigfried en el artículo de ayer es nuestra nueva lectora Neira la Meiga. No es que las cuentas no me cuadren, pues aunque uno es de letras, ya tiene cierta práctica. No... Es que las cuentas "no me salen". Vamos, que donde hacen falta siete yo tengo tres.

Pero no es eso de lo que quería hablar hoy, sino de la flamante Ley de Igualdad. Que me parece muy bien. Es más, me parece tan estupenda que no debería quedarse en una somera ordenanza sobre el número de mujeres y hombres en cargos públicos y listas electorarles. Como votantes que somos (Sigfried y yo), le exigimos al legislador que en dichas listas y cargos haya paridad de:

- Políticos corruptos y políticos honrados.
- Políticos estúpidos y políticos sabios.
- Políticos vendepatrias y políticos patriotas.

Y ya puestos a pedir: Igualdad entre el sueldo de los ministros y el salario mínimo interprofesional; igualdad entre las residencias oficiales y los minipisos; igualdad entre los coches oficiales y mi C3...

Lo que pasa es que, como dijo el filósofo Rudolf Von Lichtenkraut: "Todos somos iguales, pero unos más iguales que otros".

Se hace saber

El pregonero de La Rueca
De orden del Señor Cura de La Aldea del Arce, por otro nombre El Escritor en el Tejado, y debido a otra larga ausencia (a las que ya nos tiene acostumbrados) se hace saber:

Que el Obispo no le ha excomulgado por la foto de la que alguna lectora ha llamado “tía cochina”.

Que ha estado dedicándose a programar una base de datos que le haga las cuentas de la parroquia (pero no le salen ni por ésas).

Que no se le ocurre nada gracioso que contar en La Rueca y que prefiere no hablar del tema estrella del mes (una tal Juana Chaos, famosa anoréxica).

Ahora bien, lo que yo sospecho es que si el Obispo no le ha excomulgado es porque no lee La Rueca.

Otrosí sospecho que lo que está tratando de hacer no es una base de datos, sino que trata de encontrar la piedra filosofal, que le permita transmutar las abundantes monedas coloradas en monedas bicolores.

Item más, sospecho que la tal anoréxica lo que le da es envidia cochina. De hecho me ha comentado algo de ponerse él también en huelga de hambre hasta que el Ayuntamiento de Valencia no le quite cierta multa de aparcamiento.

Pero, claro, con algo tendrán que pagar las fallas.