Cuando uno vive en La Aldea del Arce, apartado de la civilización, es inevitable tener que utilizar habitualmente los servicios de empresas de venta a distancia. Teniendo en cuenta que el sector comercial en el pueblo se reduce a la botica, la ferretería, la carnicería-droguería y el estanco-ultramarinos, ya me dirán si no cómo se surte uno de libros o material de oficina.
De estas compras me encargo yo personalmente, porque para ciertas cosas no me gusta delegar en Sigfried, y por eso no le puedo echar a él la culpa de lo que les voy a relatar a continuación.
Normalmente estas cosas las hago por Internet. Y en los formularios de compra habitualmente uno se encuentra, aparte de la forma de pago (siempre "en el momento de la entrega", que uno es desconfiado por naturaleza) otra opción que reza "forma de envío". Ahí es donde siempre pico como el perfecto imbécil que soy.
Sí, sí, soy tonto, porque en lugar del entrañable, venerable y previsible servicio de Correos, suelo elegir -a cambio de un coste extra- la opción de envío por mensajería, que te venden con el pretexto de la mayor rapidez y la supuesta "comodidad". Te ponen un formulario, todo elegante, en el que piden que "señale otros datos de interés tales como la hora preferida de entrega". Y ya les digo, soy tan estúpido que siempre me lo creo.
Luego pasan cosas tan pintorescas como que, en mitad de la verbena del patrón (todo el pueblo endomingado) llegue un mensajero con su furgoneta y su uniforme preguntándole por ti a la multitud enardecida.
Para evitar la repetición de la jugada, el último pedido lo hice por teléfono y me encargué, con perversa insistencia, de que a la operadora le quedara clara la hora en la que iba a estar esperando el paquete.
"No se preocupe -dijo la muy arpía-. Nuestro servicio de mensajería se lo entrega a la hora que más le convenga".
Hasta que unos días después te sacan de la ducha a las ocho de la mañana, con un concierto de timbrazos que te hace temer un incendio o catástrofe similar, y te encuentras con el repartidor de la empresa X.
Esa misma tarde (de 4 a 6) te suena el móvil:
Lo que no le dije es que pienso intentar hacerme, para el lunes a primera hora, con un billete de 500 €... a ver si en la ruta que llevan y a esa hora le viene bien devolverme el cambio exacto de los 93'46 €.
Porque yo también ofrezco el servicio de "facilidades de pago"... no te jode.
De estas compras me encargo yo personalmente, porque para ciertas cosas no me gusta delegar en Sigfried, y por eso no le puedo echar a él la culpa de lo que les voy a relatar a continuación.
Normalmente estas cosas las hago por Internet. Y en los formularios de compra habitualmente uno se encuentra, aparte de la forma de pago (siempre "en el momento de la entrega", que uno es desconfiado por naturaleza) otra opción que reza "forma de envío". Ahí es donde siempre pico como el perfecto imbécil que soy.
Sí, sí, soy tonto, porque en lugar del entrañable, venerable y previsible servicio de Correos, suelo elegir -a cambio de un coste extra- la opción de envío por mensajería, que te venden con el pretexto de la mayor rapidez y la supuesta "comodidad". Te ponen un formulario, todo elegante, en el que piden que "señale otros datos de interés tales como la hora preferida de entrega". Y ya les digo, soy tan estúpido que siempre me lo creo.
Luego pasan cosas tan pintorescas como que, en mitad de la verbena del patrón (todo el pueblo endomingado) llegue un mensajero con su furgoneta y su uniforme preguntándole por ti a la multitud enardecida.
Para evitar la repetición de la jugada, el último pedido lo hice por teléfono y me encargué, con perversa insistencia, de que a la operadora le quedara clara la hora en la que iba a estar esperando el paquete.
"No se preocupe -dijo la muy arpía-. Nuestro servicio de mensajería se lo entrega a la hora que más le convenga".
Hasta que unos días después te sacan de la ducha a las ocho de la mañana, con un concierto de timbrazos que te hace temer un incendio o catástrofe similar, y te encuentras con el repartidor de la empresa X.
- Tiene un paquete, son 93,46 €, ¿me echa una firmita?
- Oiga, ¿no le dijeron que esto me lo tenían que entregar de 4 a 6 de la tarde?
- Sí, pero es que en la ruta que llevamos nos viene mejor pasar por aquí a esta hora.
- Pues mire usted, a esta hora no tengo encima más que veinte euros y un bonobús de Valencia, porque yo iba a ir a la Caja de Ahorros esta mañana para pagar el envío esta tarde.
- Es que no le puedo hacer la entrega si no me hace efectivo el pago.
- Entonces tendrá que volver mañana.
Esa misma tarde (de 4 a 6) te suena el móvil:
- Buenas tardes, le llamamos de la empresa X para confirmar un envío que no ha recogido hoy.
- Efectivamente, porque no vinieron a la hora acordada.
- Es que en la ruta que llevamos (etc.)
- Entonces dígale a su repartidor que le espero el lunes a la misma hora de hoy.
Lo que no le dije es que pienso intentar hacerme, para el lunes a primera hora, con un billete de 500 €... a ver si en la ruta que llevan y a esa hora le viene bien devolverme el cambio exacto de los 93'46 €.
Porque yo también ofrezco el servicio de "facilidades de pago"... no te jode.
4 comentarios:
Esto me pasó con dos empresas distintas de mensajería: Me llamaron por teléfono (para lo que primero se tuvieron que ingeniar para conseguir mi número) y me dijeron que tenía un paquete en su almacén de un polígono industrial de la capital, que si me corría prisa, fuera allí a recogerlo, pues la ruta de la Sierra sólo la hacían una vez a la semana, y que si no hasta la semana siguiente no me lo iban a llevar. En cambio, los sufridos funcionarios de Correos reparten todos los días y encima el envío cuesta menos.
En una ocasión envié mi ordenador a la casa para que fuera reparado. (Era la unica forma de que me saliera gratis por la des-garantia). Pues bien, tras un mes esperando que vinieran todos los días de 10 a 13 horas, y la amenaza de hacer valer mis derechos como consumidor, se presentaron tres mensajeros distintos(de empresas diferentes)a por el ordenador. No os cuento la odisea hasta que me lo devolvieron.
Escritor, a ver si me invita usted a su tejado un día de estos.
Un fuere abrazo
Tienes toda la razón a mi me tienen harta los de mensajería. Trabajo en una tienda y parezco la oficina de turismo, todos los días pasan dos o tres para preguntarme por la calle que traen en sus paquetes. Y luego me dicen, como conoces a todo el mundo.....en fín, paciencia y cabreos varios.
Señor Escritor, con todos mis respetos, eso le pasa a usted por vivir en un tejado, en la zona turística ésa de la Aldea del Arce, tan poético...
Usted quiere gozar de todos lujos horacianos de seguir la senda de los pocos sabios que en el mundo han sido y encima que los de Seur no lo saquen de la dicha de la ducha a las 8 de la mañana.
Podía haberles preguntado si no admitían pago en 'especie'.
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