2 de noviembre de 2007

Santos Puentes

Como es sabido, en estas fechas en mi "empresa" se nos acumula el trabajo. El cementerio de la Aldea del Arce presentaba esta tarde un aspecto bastante parecido al de la foto y estaba más concurrido que el Corte Inglés en vísperas de Navidad.

A pesar de eso se agradece el puente. Después de llevar un par de meses como un trotaconventos, de la facultad al colegio, del colegio a las parroquias, de las parroquias a la facultad, y vuelta a empezar otra semana, me va a parecer mentira dormir cuatro noches seguidas en la misma cama.

Por eso se me hace cada vez más difícil entender cómo el común de los mortales es capaz de embaularse en estos días tropecientos kilómetros, atascos, incomodidades, madrugones y gastos diversos para tratar de recorrerse Asturias en plan maratón, o helarse de frío haciendo el valiente otoñal en la playa de Benidorm, o tragarse de un golpe todas las carreras de nosequémotos en Cheste... para volver el lunes que viene más cansado de lo que se fue el miércoles. Ya he tratado del tema alguna otra vez, pero permitidme que insista: ¡Por Dios, qué agobio!

Si yo dispusiera de cuatro días absolutamente libres de polvo y paja... ¡¡mmm!! No me iban a ver salir de casa ni para comprar el pan. Si exceptuamos, quizá, alguna escapada al cine o a cenar con los amigos a una distancia prudencial (digamos como mucho media hora de coche, haciendo una concesión a la sociabilidad y los buenos alimentos).

Decidme la verdad: ¿hay algún plan mejor para un puente que levantarse tarde, dedicar la mañana a pasear por el campo, la tarde a leer y la noche a ver una buena peli sentado cómodamente en el sillón de casa?

¡Lo que daría yo por un puente así! Bien dice el refrán que Dios le da mocos a quien no sabe sonárselos. Lo dicho: ¡Feliz puente a todos... pero descansad, carajo!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Casi lloro al leer tu post. A mi se me ocurrió ayer ir de shopping a Madrid. Todos los que no se fueron a esos sitios que citas, se concentraron en el Foro y lo llenaron. Si intentamos comer en el Museo del Jamón de la Carrera de San Jerónimo y la cola llegaba hasta la calle. Con decirte que una pobre niña se estaba comiendo un plato de ensaladilla sentada en el suelo...
Intentar coger un taxi nos costó lo suyo. Ni me lo creí cuando por fin pudimos sentarnos a comer a las cuatro de la tarde después de esperar aburridos en otra cola. Daban ganas de imitar a ET.
¡Con lo bien que se está en casa!
Un abrazo y disfruta de tu poco tiempo lo que puedas.

Anónimo dijo...

Puede que tengas razón, querido Escritor.Pero no todos llevan una vida tan ajetreada como la que tú llevas, y es natural que aprecies tanto el descanso para hacer lo que desee tu sacerdotal gana.

Por lo que a otros se refiere, puede apetecerles cambiar de aires, alterar horarios y costumbres, gozar de nuevos manjares, de otros paseos y encuentros, sin necesidad de apuntarse a atascos, recorrer grandes distancias, ni darse madrugones.Lo de los gastos extras es más difícil evitarlo, pero quizá valga la pena.

Deseo de todos modos que el merecido descanso haya servido para poner un poco de freno a tanto ir, venir, tanto dormir en cama extraña.