19 de noviembre de 2007

Rogativas

Rogativas CAPÍTULO I
DE LA SERIE NO SUCESIVA
"ANÉCDOTAS CURILES"

Es tradición que se remonta al siglo IV (un siglo menos en Canarias) la de elevar a Dios -o a los santos más del gusto del común- oraciones públicas, letanías y procesiones para remedio de ciertas necesidades.

De estos ritos, quizá el más conocido sean las rogativas ad petendam pluviam, más conocidas por el pueblo llano como "rogativas p'a que llueva" (es sabida la alergia del pueblo llano al latín y a la preposición 'para').

Influidos sin duda por la preservación de arcaicos ritos tribales, en ocasiones estas procesiones incluían el remojón, inmersión o mera salpicadura de la imagen del santo, siguiendo los más estrictos rituales de la magia imitativa. No obstante, se sabe de pueblos más imaginativos, como es el caso de Ronzales del Cerro, donde los lugareños ataron una sardina salada a la cruz del Cristo. Ante la extrañeza del cura, que preguntaba el motivo de semejante judiada, los pragmáticos aldeanos respondieron: "Esto es p'a que al Cristo le entre sed, y ya verá como hace llover".

Otro elemento habitual de estas ceremonias son los cánticos, los cuales tienen (cuanto más desafinados, mejor) probada eficacia pluviogenética según el Trimegisto, el Pseudoareopagita y Escoto Eriúgena. Consta, incluso, que en un lugar de la Mancha (pero no el mismo lugar de la Mancha del que tanto se habla), los vecinos y vecinas, divididos en dos coros, incluían las pertinentes aclaraciones, no fuera que el santo se fuera a confundir. Y cantaban así:

HOMBRES: "San Isidro hermoso / tápanos las grietas..."

MUJERES: "... pero las del campo / que no sean las nuestras".

Se supone que San Isidro, en pleno ataque de risa, no podía atender los ruegos de tan puntillosos devotos, por lo que la Mancha sigue siendo hasta la fecha el secarral que es.

No obstante, no fue la aleatoria eficacia de estos rituales cristiano-paganos la causante de su progresiva desaparición. Como siempre, fueron los curas, convertidos por la moderna teología en impíos racionalistas, los que se acabaron cargando estas ancestrales y concurridas ceremonias.

Valga como ejemplo lo que se cuenta de cierto párroco al que los agricultores del pueblo fueron a solicitar unas rogativas después de varias semanas de sequía y viento solano, que hasta los cardos se agostaban por falta de agua.

El cura, muy imbuido de su responsabilidad, los recibió con sosiego, los escuchó muy comedido, y tras asomarse por la ventana les respondió con gran circunspección: "Me parece espléndido, hermanos. Haremos todas las rogativas que queráis, pero... ¡pinta de llover no tiene!".

2 comentarios:

Kim Basinguer dijo...

¿Pero al final...llovió ?

Lucía dijo...

No hay cosa que más atraiga las lluvias que los presagios del gobierno sobre la sequía ,para tranquilidad de los contribuyentes a los que no nos podrán subir el precio del agua por su escasez.¡menos mal que el Cielo nos protege!