28 de septiembre de 2006

Ingeniosos Hijosdalgo

En esto nos hemos quedado con el centenario
Tras mi última pataleta decidí cambiar de aires para sosegar mis ánimos. Pero como, tras las vacaciones estivales, el peculio anda algo mermado, decidí hacerlo en tierras cercanas; así que encargué a mi fiel mayordomo Sigfried que me preparara un viaje aceptable por las provincias limítrofes.

Sigfried, que es muy apañado, se puso a buscar por Internet posibles destinos y alojamientos mientras yo repasaba las nociones básicas de Noética Escolástica Aristotélica, que últimamente las tengo un poco oxidadas.

En estas estábamos cuando Sigfried se presenta en mi estudio con pálido semblante.

– ¿Qué te ocurre, buen Sigfried? ¿Has visto un fantasma o han vuelto a subir los tipos de interés?

– Señor… no sé cómo explicárselo. Mejor que venga usted mismo y lo vea.

– Ahora estoy ocupado, dime qué sucede.

– Lo siento, Señor, pero... verá... esto no lo va a creer si no lo ve con sus propios ojos -insiste-.

Yo, que ya me estaba comenzando a asustar, me coloco ante el ordenador y leo en la página de turismo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha:

“Castilla-La Mancha, tierra que universalizó Cervantes…”

¡PLOM!

(dos frascos de sales más tarde…)

– ¿Qué hago en el suelo, Sigfried?

– Se desmayó usted, Señor. Me parece lógico.

– Cancela lo de las vacaciones, Sigfried, nos quedamos en casa.

Aterrado corro a la biblioteca. Saco de su anaquel la edición del Quijote de Francisco Rico preparada por la Real Academia con ocasión del IV Centenario de la obra. Leo la portada: “Don Quijote de la Mancha”, proclama.

Confuso aún consulto también la edición impresa por Juan de San Martín en 1730: “Vida, y Hechos del Ingenioso Cavallero Don Quixote de La Mancha”, asegura.

Yo pensaba que nuestros bienmamados políticos se conformarían con reescribir la historia. ¡Qué ingenuidad! También hay que reescribir la literatura y, si se tercia, la geografía. Cervantes (un centralista vendido a Madrid, sin duda) falseó la realidad en el título de su obra. Don Quijote era de Castilla-La Mancha. Y esa secular omisión hay que enmendarla

Ingeniosos ellos, se empieza por convencer al público (bastante inculto en general, no me lo nieguen) de que Castilla-La Mancha ya existía en tiempos de Cervantes. A continuación se llenan las cinco provincias de molinos y de rutas (ficticias, huelga decirlo) que recorrió el Caballero de la Triste Figura. Acto seguido se organizan carísimos saraos donde airear el asunto ante periodistas, empresarios y políticos del ramo.

Supongo que lo siguiente será eliminar en el texto toda referencia extra-castellanomanchega, para lo cual propongo a nuestros ilustres próceres regionales un par de ideas:

1.- La derrota de D. Quijote a manos del Caballero de la Blanca Luna en la playa de Barcino (Segunda Parte, cap. LXIV) se puede situar, por ejemplo, a orillas del Canal del Trasvase Tajo-Segura, para dejar constancia histórica de lo antiguo y legítimo del mismo.

2.- El vizcaino que acomete a D. Quijote en el capítulo VIII de la primera parte puede transformarse en un exministro albaceteño que diga “Si promesaj arrojaj y votoj sacaj al agua cuán prejto veráj que el gato llevaj” (a fin de cuentas el vizcaino no hablaba tan mal castellano, en comparación con lo que se estilla ahora).

Eso sí, los habitantes de Quintanar de la Orden (Toledo) pueden continuar felices y contentos por aparecer en la historia y levantar en la plaza del pueblo un monumento a ese personaje que Cervantes inmortaliza en el capítulo IV de la primera parte: Su ilustrísimo paisano Juan Haldudo el rico, el vecino del Quintanar… todo un ejemplo para el castellanomanchego de hoy.

El orgullo del pueblo

26 de septiembre de 2006

O todos, o al río

AVISO

LAS IMÁGENES CONTENIDAS EN ESTE POST, ASÍ COMO ALGUNOS TEXTOS, PUEDEN HERIR LA SENSIBILIDAD DE CUALQUIER PERSONA MÍNIMAMENTE NORMAL, CON INDEPENDENCIA DE SEXO, RELIGIÓN, IDEOLOGÍA, FILIACIÓN POLÍTICA O PREFERENCIAS CULINARIAS.

ROGAMOS A LOS LECTORES DE ESTÓMAGO Y MENTE SENSIBLE QUE SE ABSTENGAN DE SU LECTURA Y/O VISIONADO Y VUELVAN POR LA RUECA OTRO DÍA EN QUE SU AUTOR SE ENCUENTRE DE UN HUMOR MENOS COMBATIVO.

EL HACER CASO OMISO DE ESTA ADVERTENCIA NO DA DERECHO A RECLAMACIONES.

GRACIAS.

Dicho lo cual (y el que avisa no es traidor), entremos en materia. Navegando esta mañana por la prensa y blogs variados al respecto del sosiego de los ánimos tras el jaleo de las declaraciones del Papa, me he encontrado con un claro ejemplo de que en este reputísimo país, con la reputísima mierda de gobierno que tenemos y el poder judicial tocándose los cojones a dos manos, a cualquier hijo de su reputísima madre y de quinientos padres desconocidos le está permitido impunemente hacer burla de la manera más denigrante de los sentimientos y creencias de los católicos (y sólo de los católicos). El ejemplo al que me refiero es el siguiente cartel de un festival celebrado en Barcelona esta pasada semana:

¡QUÉ ASCO, POR DIOS!

Repugnante, ¿verdad? El hecho de que las autoridades competentes (¿?) permitan la publicación y difusion de imágenes de este tipo es una omisión grave del artículo 525 del Código Penal, que reza así:

1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.

Y quien diga que el cartel de marras no tiene la clara intención de hacer escarnio de la fe católica y del cristianismo en general es un mentiroso, un demagogo y un hipócrita. Eso no es libertad de expresión, eso es DELITO. Así de sencillo.

Lo que me pregunto es: ¿Qué ocurriría si la imagen hubiera sido de Mahoma y no de Cristo? Que a estas horas los organizadores y participantes del festival (que por cierto, ¿cuántas subvenciones públicas habrá tenido?) estarían, por obra y gracia de nuestros aliados Mojamé-y-no-me-toques más tiesos que la mojama... o al menos unas cuantas embajadas estarían ardiendo.

Eso sí, como al Papa, a cualquier obispo, cura, monja o católico de a pie se les ocurra dar, en público o en privado, su opinión sobre la homosexualidad... ¡lapidación mediática! ¡inquisidores! ¡fachas! ¡a la sacristía!

¿Pues saben que les digo? Que si la democracia es esto, me cago mil veces en la democracia (a este tipo de "libertad de expresión" sí que se apresuran a llamarlo fascismo los cabrones que nos desgobiernan). Yo tenía entendido que la democracia era, ante todo, diálogo y respeto.

Seguramente a alguno/a de/a mis/as lectores/as no le gusta el post de hoy. Entiendo que el lenguaje empleado dista muchísimo del habitual en mis escritos y el tema es "políticamente incómodo". Lo siento mucho (mentira, no lo siento en absoluto) pero estoy HASTA LOS COJONES DE TANTA PUTA HIPOCRESÍA y no me apetece moderarme. Al contrario, ahora mismo voy a pedirle al cura de mi parroquia que cuelgue en la puerta este otro cartel.

Qué tiempos aquellos

Y que quede claro que esta imagen y los insultos proferidos en este post no son fruto ni de la homofobia, ni del ultraderechismo. Simplemente, como dicen en mi pueblo "O follamos tós o la puta al río" .

21 de septiembre de 2006

Con 408 CV por banda

El de la historia debía ser algo parecido
Al hilo de un comentario a mi artículo anterior hecho por mi vecina Bichillo acerca de esa curiosa afición del tuning (que es algo así como convertir un coche en una feria de pueblo), he rescatado un texto que recibí el otro día por e-paloma mensajera.

Es una historia real, o al menos así la presenta su anónimo autor. Y la voy a copiar aquí textualmente, tal y como me llegó, en lugar de modificarla o elaborar al respecto un texto propio, por tres motivos:

El primero, porque la historia en sí me encantó tal y como está, y quizá al tratar de mejorar su estilo perdiera algo de sabor popular.

El segundo, porque a mi juicio ilustra a la perfección el perfil barriobajero y mostrenco del aficionado medio al tuneo.

Y el tercero, porque me parece tan magistral la actuación (y ulteriores palabras) del protagonista, que a falta de un monumento bien merece que desde La Rueca se pregone su hazaña.

No se la pierdan. Con ella les dejo:

"Resulta que llego el otro día a una terraza de un bar en mi pueblo (Griñón) con el A6, mi mujer y yo. Aparco justo enfrente de las mesas y sillas y al lado de un pedazo de Mercedes 600 SEL V12 con matricula M....NM; o sea, que si no me equivoco es del 1992 más o menos.

Bueno, a lo que vamos, nos sentamos justo enfrente de los dos coches y creo que el dueño era un cincuentón que estaba tomando algo con su mujer a nuestro lado. En esto llega un 206 "ultrastreetrayotunnig" en un color inexplicable y todo reluciente y -lo típico- con las ventanillas bajadas y la música de maxima f.m. a tope y pegando acelerones para que se oyeran sus "maxmegatubarros". Va el tío y aparca en doble fila detrás (en gran parte) del mercedacos y del mío. Se bajan dos pinpines con los pelos despeinados hacia arriba y engominaos hasta el culo, se quedan mirando el Mercedes y mi A6 y se sientan en la mesa de al lado con otros tres colegas que ya estaban en la terraza.

A la que venían a sentarse, el hombre del Mercedes le dice educadamente al chico que le quite el coche, que va a salir. El neng le dice que sí, que ahora mismo; y entre risas con sus amigos comenta por lo bajini que una mierda, que mucho coche pero que le va a tocar esperar un ratito.

Mientras él se regocija con sus amiguitos, los cuales también se partían el culo, el cincuentón del Mercedes, con el coche ya un rato encendido le toca el claxon y le dice que haga el favor de quitárselo. Y el niñato le dice "que te esperes hombreeee, tanta prisa y tanta polla" (palabras textuales) y el crío sigue bebiéndose su caña con los amigos de fondo partiéndose el culo.

Y ahora viene lo bueno:

Ni más ni menosEl tío del mercedes mete marcha atrás, acelera a tope con sus 408 CV que tiene el bicho (si no me equivoco) y le mete al del 206 un estacazo del copón que le empotra toda la puerta del copiloto para adentro medio metro por lo menos. Yo y todos los de allí nos quedamos así, menos el crío del 206 que se quedó blanco. Se abalanzan sobre el viejo todos los chavales y tres o cuatro tíos que estábamos allí les paramos los pies. El dueño del 206 le empieza a gritar al del mercedes que si esta loco, que si tal....

El cincuentón se baja tranquilamente (la mujer ni se menea, se queda sentadita) y le suelta al chaval que “creía que ya se lo había quitado” y que “no había visto el coche”, y le dice lo que para mí es la frase del siglo. Al loro: "MIRA HIJO PARA SER CHULO EN ESTA VIDA HAY QUE TENER COJONES Y DINERO. Y ahora saca los papeles que hacemos el parte; y no te preocupes, que la culpa la he tenido yo, pero tu coche se va ha quedar un mesecito en el taller, un poco más de lo que tú me has hecho esperar a mi".

La gente hasta aplaudía, el niñato no sabía dónde meterse y creo que no va a olvidar esa frase en su vida. Casi le pido un autógrafo al del mercedes, mi héroe… y hasta a la mujer, que ni siquiera hizo gesto de preocupación.

A todo esto decir que el mercedes ni siquiera se abolló."

¡OLÉ!

19 de septiembre de 2006

No era tan tonto

El mío es igualito, pero más sucio
Una de las frases que se me quedaron grabadas durante mi infancia fue la siguiente: “Eres más tonto que Abundio, que vendió el coche para comprar gasolina”.

Ciertamente, a mí el comportamiento de Abundio me parecía totalmente absurdo. Pero es que en la infancia uno tiene sus necesidades cubiertas y puede dedicarse a filosofar cómodamente y al calor de la estufa, como Descartes.

Luego uno crece, acaba la carrera, empieza a trabajar y se compra su primer coche. Al principio no dejas de contemplarlo embelesado por la ventana, mientras todo te parecen facilidades y ventajas: Te vas de vacaciones donde quieres, te evitas esos incómodos trayectos en tren y autobús de tu época de estudiante, viajas oyendo la música que te apetece, e incluso el gasto en carburante se te antoja poca cosa… “No en vano me he comprado un diésel, que 'chupa' poco”, piensas orgulloso. Sí, sabes que además del gasoil el coche lleva otros “pequeños” gastos periódicos en mantenimiento, pero… “La cuestión es que ya tengo coche, ya soy un hombre”, sigues pensando como un pimpín…

Pero, ¡ah, amigo!, cuando el coche cumple su primer año de vida, y a lo largo del segundo, empiezas a percatarte de la realidad. Y te das cuenta de que en dos años, amen de pagar religiosamente las cuotas mensuales; te has gastado más de dos mil euros en el seguro, otros cuatrocientos en cambiar las ruedas, alrededor ciento cincuenta en cada revisión y cambio de aceite y filtros, una media de veinte euros semanales en gasoil, noventa euros de impuesto de circulación. Sin contar con otros gastos como aparcamiento, lavadero, lámparas que se funden… “y espérate que empiece a tener que pasarle la ITV”, te dices temblando.

De todo lo cual deduces que era verdad otra cosa que te decían en la infancia: Que ser adulto es trabajar para ganar lo suficiente como para poder seguir trabajando.

Definitivamente, Abundio no era tan tonto.

18 de septiembre de 2006

Manual para asar sardinas

Sin comentariosA los archipámpanos del Islam no se les escapa ocasión alguna para desatar las iras de sus secuaces contra occidente, utilizando como excusa las más variopintas oportunidades, ya sean unas caricaturas de su profeta o la cita de un texto medieval en un discurso del Papa. (Ya se sabe que cualquier texto fuera de su contexto se puede convertir en un pretexto).

No voy a citar aquí las palabras exactas de Benedicto XVI (para leer el discurso completo, pincha AQUÍ). Quien ya las conozca, podrá darse cuenta de cómo han sido tergiversadas por nuestros amigos los del Corán y las bombas para sus turbios fines, que no son tan turbios, por otra parte, sino bien claros: Conquistar el mundo para el Islam -como manda su profeta- por medio de la yihad o guerra santa. Para lograr eso todo vale. (¡Cuidado con las fiestas de moros y cristianos, que son la próxima excusa!).

Lo peor, pues, no es la salvaje reacción islámica, fundamentalmente porque de los Mohamé-y-no-me-toques se esperan acciones de tal jaez en este caso o en cualquier otro que se les antoje (lo que no hace sino dar la razón a aquel emperador bizantino, Manuel II Paleólogo, citado por el Papa). No, lo pésimo, como señala mi admirado Juan Manuel de Prada en su artículo de hoy (léelo AQUÍ) ha sido la reacción de personajillos varios de nuestro panorama nacional.

El papa no es estoEn primer lugar, la de nuestro particular Payaso de Asuntos Exteriores, el "menistro" Moratinos (o Desatinos), que se ha apresurado a explicarle a sus amigos que el Papa ha pedido perdón. Pues no. El Papa ni hace el oso, ni es un osito mimoso.

Según la declaración hecha pública el pasado sábado por el Secretario de Estado, cardenal Bertone: “El Santo Padre está, por tanto, vivamente disgustado/afligido (dispiaciuto) de que algunos pasajes de su discurso hayan podido sonar como ofensivos a la sensibilidad de los creyentes musulmanes y hayan sido interpretados de un modo que no corresponde en absoluto a su intención”.

Por su parte Benedicto XVI durante el Ángelus de ayer, domingo, aseguró “En este momento deseo solo asegurar que estoy profundamente triste (vivamente rammaricato) por las reacciones suscitadas a raíz de un breve pasaje de mi discurso en la Universidad de Regensburg”. O sea, que son las intrepretaciones torticeras y las reacciones desmesuradas lo que aflige al Papa, no su discurso.

A Moratinos, pues, habría que colgarle frente a los ojos un cartel con esta espléndida frase de Antonio Machado "Si cada español hablase de lo que entiende, y de nada más, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio”.

Eso por un lado, pero por otro tenemos el ruin artículo publicado ayer en El País por un tal Juan Luis Cebrián, a la sazón académico de la lengua y consejero delegado de la Hermandad de Jesús del Gran Poder (Grupo PRISA y Jesús Polanco, en la jerga civil), que en lugar de cargar contra el terrorismo musulmán carga, como siempre, contra la Iglesia Católica, y de paso contra la historia de España.“Sin las Cruzadas y la Inquisición, sin la insidiosa Reconquista ibérica, podríamos -¿quién sabe?- haber asistido al florecimiento de una civilización mediterránea, ecuménica y no sincretista, en la que convivieran diversos legados de la cultura grecolatina”, dice el académico esgarramantas (AQUÍ el artículo completo).

A nuestra caterva de socialistos se les ha olvidado que el Papa Juan Pablo II, en nombre de toda la Iglesia, ya pidió perdón (aquella vez sí) por todo eso que tanto les gusta recordar, en una ceremonia celebrada durante el Jubileo del año 2000 (véase AQUÍ), hecho que recuerdan y reconocen, aun a regañadientes, hasta los propios musulmanes (en ESTA página web).

No, no es propio de nuestros gobernantuchos reconocer con gallardía los aciertos del contrario. Es más útil manipular la historia e inventarse otra que justifique su famosa alianza de civilizaciones, que a su vez no es sino una forma peregrina de justificar su forma de desgobernarnos. Me pregunto si de verdad piensa el académico esgarramantas que sin la Reconquista, España sería ahora diferente en algo a Indonesia; o si Europa, sin la victoria de Lepanto entre otras cosas, no se llamaría ahora “Emiratos Europeos Unidos”.

Sardinas españolas, leña vaticanaPero… qué preguntas más tontas me hago. Estos tipos quieren hacer de España su sardinada particular. Por tanto, crea o no el tal Cebrián sus afirmaciones, la cuestión aquí es aprovechar la trifulca de los moros con el Papa para hacer leña del árbol caído. Estos desgraciados necesitan esa leña para seguir alimentando la hoguera en la que arriman el ascua a su sardina.

13 de septiembre de 2006

Chapuzas a domicilio

Los reyes de la chapuza
Yo estudié enfrente de un colegio de curas (el presupuesto familiar no alcanzaba para más). Esta situación propiciaba por parte de los clericales pupilos ciertas bromas de mal gusto relacionadas conmigo y con el término“acera de enfrente”. De pupilos de aquellos dejé un par de cementerios llenos, y las bromas se acabaron cuando le robé las novias simultáneamente al capitán del equipo de fútbol, el solista del coro y el sacristán del colegio. Pero eso es otra historia.

El caso es que en cierta ocasión, uno de los curas, observando que un servidor pasaba las horas muertas tumbado al sol sobre el tejado del colegio (como ven la cosa viene de antiguo) me preguntó qué hacía allí.

“Descansar”, le contesté sin comprender cómo se podía preguntar algo tan evidente. El religioso curioso siguió con sus requerimientos:

- Y... ¿de qué descansas?.

- Yo es que nací cansado, mire usted.

- Pues has de saber que la mejor manera de descansar no es dejar de trabajar, sino cambiar de actividad.

- Eso implicaría, padre, el estar realizando alguna tarea antes de descansar, lo que no es mi caso.

- Entonces trabaja en algo.

- ¿Para qué? Según su argumento el trabajo sólo sirve para descansar de otro trabajo previo, y dado que yo no estoy realizando ninguno no veo motivo alguno por el que haya de comenzar ahora a hacer otra cosa distinta de lo que estoy haciendo.

Viendo el cura que a base de sofismas yo iba a acabar derrotándole en el campo de la filosofía, optó (algo mosqueado) por pasar al terreno de la moral.

- ¿Tú no sabes que la pereza es la madre de todos los vicios, niño?

- Por eso descanso, yo a las madres les tengo un gran respeto.

El pobre clérigo se alejó murmurando entre dientes algo sobre la falta de respeto de la juventud. La cuestión es que a mí aquella curiosa paradoja sobre el cambio de trabajo como forma de descanso se me quedó rondando un rato en la cabeza, hasta que una mosca que pasaba por allí reclamó mi atención.

Aquellos tiempos infantiles de descanso infinito pasaron (¡ay!). Como recordarán los que hayan leído mi anterior artículo, en la actualidad mantengo una feroz pugna con un número astronómico de ALPA (Asuntos Laborales Pendientes Acumulados). Es el caso que ayer, mientras terminaba las tareas del día, recordé por primera vez en muchos años al cura aquel tan interesado en mi laboriosidad y pensé: “Ya que con la cantidad de cosas que tengo que hacer no es cuestión de tomarme un día de descanso clásico, ¿por qué no pruebo aquella curiosa teoría?”.

Dicho y hecho: Desde hace meses tengo en casa un par de apliques que quería colocar en el pasillo, una estantería para el cuarto de baño, unas barras de cortina para la escalera, unos cuadros esperando ser colgados y los altavoces del home cinema colocados de cualquier forma junto al televisor. Así que, para descansar del trabajo de despacho que me ha ocupado en la última semana, me decidí a emprender hoy una prometedora carrera como experto en bricolaje.

Sólo puedo decirles que el cura aquel me mintió vilmente. Y que después de cenar aún tendré que ponerme a colocar las dichosas cortinas, sin contar con la recogida de herramientas que desde las ocho de la mañana he ido regando por la casa.

Está claro que la próxima vez descansaré como lo he hecho toda la vida. Que por otra parte es la única manera posible.

6 de septiembre de 2006

Matemáticas postvacacionales

ARTÍCULO ERUDITO Y DIDÁCTICO PARA
ILUSTRACIÓN DEL PÚBLICO EN GENERAL
Y REFUTACIÓN CIENTÍFICA DEL TAN CACAREADO SÍNDROME POSTVACACIONAL

Mi muy estimado D. Enrique Gallud, en su comentario a mi anterior artículo me otorgó graciosamente la personalidad de la señora o señorita de la fotografía, lo cual no deja de halagarme. No obstante he de decir que dicha imagen sólo es el resultado de una búsqueda de "postvacacional" en Google. He de aclarar que mi aspecto actual se parece más bien al monigote que ha aparecido al introducir en el mismo buscador la palabra "agobio", el cual pueden vuestras mercedes contemplar en la imagen de la izquierda.

Pero no me quejo, porque la culpa de mi agobio no es de ningún síndrome postmoderno inventado por ciertos psicólogos con afán de pingües ganancias. No señores, la culpa es exclusivamente de nuestras amigas las matemáticas. Sigan leyendo y hallarán el porqué, amén de aprender cosas muy interesantes.

Desde tiempos remotos se había creído que el trabajo aumentaba de forma azarosa, la gente que no tenía otro remedio se ponía a trabajar sin pararse a pensar en la naturaleza de sus tareas. Sin embargo, a partir del s. XVI, tras una lección magistral al respecto dictada por Fray Luis de León después de aquellas prolongadas "vacaciones" que terminaron con la frase "Decíamos ayer..." el mundillo académico se dividió en tres corrientes.

Por un lado los seguidores de Boecio creían que el trabajo aumenta en progresión natural o aritmética (una tarea se sucede a otra, sin más), tal y como defendía el filósofo en su "De Consolatione Mathematicarum".

Por otro lado estaban los que, siguiendo lo expuesto por Aristóteles en su libro segundo de la "paranoia", defendían que el trabajo aumenta en progresión geométrica (las tareas se multiplican por sí mismas durante el tiempo de descanso).

Finalmente la mayoría de exegetas, ateniéndose a lo escrito en el libro del Eclesiastés, aseveraban que el trabajo es vanidad sin fin, es decir, que aumenta eterna e inexorablemente ad infinitum.

Mientras tanto los iletrados seguían trabajando, convencidos de lo azaroso de su trabajo.

Así estaban las cosas hasta que en el s.XVIII el famoso jesuita y matemático portugués P. Manuel Do Souça Carvalho publicó su "Introduçao as ciencias do repouso e as suas derivaçoes no esprito" (libro sobradamente conocido por toda persona que se precie de mínimamente culta). En dicha obra el eclesiástico constató lo siguiente:

1.- La posición de Boecio es insostenible, dado que la experiencia nos dice que nadie tiene una única cosa que hacer en un momento dado.

2.- La defensa estricta y literal del texto del Eclesiastés, aunque cercana a la realidad, tampoco puede ser cierta, dado que hay gente que (inexplicablemente) consigue terminar su trabajo.

3.- La teoría de Aristóteles, si bien es atractiva, es demasiado simple. En efecto, no explica suficientemente por qué algunos tienen tan poco trabajo y otros se matan a trabajar sin parar. La diferencia entre ambos supera con creces la progresión geométrica.

4.- La postura tradicional se descarta directamente, porque la ciencia, desde Newton, nos enseña que en el universo todo está regido por unas leyes.

Por fin, tras arduas elucubraciones, el P. Do Souça formuló su acertada "Propiedad de Autogénesis Exponencial de los asuntos laborales pendientes acumulados durante las vacaciones", celebrada en su tiempo por toda la cristiandad y hoy comúnmente aceptada por toda la comunidad científica. Y, la verdad: ¿No les parece realmente asombrosa?

Bueno, para aquellos que no tengan a mano en este momento el libro del jesuita portugués, no estará demás repetir la fórmula de dicha propiedad, tal como la enunció el P. Do Souça: "Dado un número X de días de vacaciones (DV), los asuntos laborales pendientes acumulados (ALPA) que se encontrará el vacante a su vuelta será igual a la X potencia de X".

En lenguaje matemático la ecuación queda así: "X DV = X^X ALPA"

Es decir (por si aún no ha quedado claro):
-Cuando los DV son 2, el número de ALPA es de 4 (2 elevado a 2).
-Cuando los DV son 3, el número de ALPA es de 27 (3 elevado a 3).
-Cuando los DV son 4, el número de ALPA es de 256 (4 elevado a 4).

Imagínense, yo he tenido 35 DV, así que... lo siento, no voy a calcular mis ALPA, estoy demasiado ocupado intentando resolverlos o quitármelos de encima. Si alguien dispone de tiempo agradecería la aclaración.

4 de septiembre de 2006

Post-Vacacional

¿Y ahora cómo descanso de las vacaciones?
Mientras Sigfried deshace las maletas, lleva los bañadores al tinte y clasifica los recuerdos varios de nuestro periplo hispánico, que nos ha llevado de la serranía conquense a Guadalajara, pasando por Pamplona, Unquera (Cantabria), Orihuela y El Toboso (pero sólo por acortar, no se piensen), me siento de nuevo al teclado.

En tanto comienzo a reinstalarme mis recalcitrantes vecinos me preguntan con retintín por el síndrome postvacacional y las anchoas de Santoña, pero no me he traído ni uno ni otras. Que se fastidien.

Claro que, para fastidiarme a mí, han colocado sobre mi tejado un simpático invento pueblerino: el “Qué-sol-de-justicia-c’ace 2.0”, el cual mantiene la atmósfera del pueblo a la nada desdeñable temperatura de treinta y cinco grados. Luego se quejarán de que se les han secado los mirasoles.

Y mientras escribo, un cotidiano soniquete me recuerda que todo ha vuelto a la pérfida rutina: “Ha llegado el Juli, señora, el de todas las semanas. Vamos, parroquianas, que traigo melones, melones de Tomelloso, dulces como el caramelo. Melones, melones a cata y a raja. ¡Qué melones, señora!”.

Y así media hora.

¡Ay, Dios mío!