18 de febrero de 2007

Subconsciente subjuntivo

Consciente - Subconsciente
El hecho de que Sigfried haya desvelado parcialmente mi identidad me viene muy bien para contar en La Rueca las muchas anécdotas de la vida parroquial de La Aldea del Arce. Por eso se ha librado de un despido fulminante. Bueno, por eso y porque es un hacha zurciendo calcetines (chúpate esa, inglés estirado).

A lo que iba. Imaginad la escena: Sábado por la tarde, Misa de catequesis, cuarenta y pico chavales de 3 a 14 años, diez catequistas, otras veinte madres y abuelas, y el que suscribe.

Llega el momento de hacer las peticiones, y como cada sábado, sube un crío de cada curso a pedir algo muy bonito y muy deseable. El último de la fila: un retaquejo de cuatro años, de los más peques. Se planta delante del micrófono y, con voz más o menos firme dice, tan plantao:

Por los niños del tercer mundo, que no tengan de comer...

Revuelo general. El nene que se calla. La catequista, apuradísima, se acerca y le murmura algo. Y el crío que continúa:

... que no tengan de comer y se mueran de hambre. Roguemos al Señor.

Y vuelve a su sitio tan campante. Los compañeros, retorcidos de risa. Los adultos, escandalizadísimos. Y yo, intentando contener la sonrisa por la inocencia del chaval, hago la aclaración pertinente después de medio imponer silencio.

- Supongo que lo que Saúl ha querido decir es: "Por los niños del tercer mundo. Que no tienen de comer y se mueren de hambre. Roguemos al Señor".

Pero me he quedado con la aterradora duda. ¿Realmente a cualquier niño le importa un comino la existencia de los demás? Y lo que es peor: ¿Nos importa a los mayores más allá de los buenos deseos y la tranquilidad de conciencia de dar algunos euros a Manos Unidas o a la ONG de turno?

¿Fue el de el chavalín un simple fallo gramatical (subjuntivo por indicativo) propio de la edad o reflejó el inconsciente colectivo innato de toda la puerca especie humana? La duda me corroe.


Ilustración: "Consciente subconsciente", de Manuel Coronado.

6 comentarios:

Douce dijo...

Quizá al muchacho que toma colacao con cereales por la mañana, un bollo con nocilla en el recreo, sphagetti, cheetos, pizzas, y macdonnals, le resulte difíl pensar que esas cosas del hambre puedan ocurrirle a niños que viven ahora, en presente.
Quizá la lejanía sólo le permita imaginarlo como una posibilidad , como una hipótesis.

Nuestros niños, supermalimentados, no pueden comprender que hay niños que se mueren de hambre, de enfermedades, de olvido, de los que nos alimentamos y despilfarramos.

Rictus Morte dijo...

La anécdota es muy divertida. Alguna vez he escuchado yo al párroco, y no al niño, meter la pata. De hecho estoy por avisarle porque lo hace con frecuencia cuando dice algo así como: "la falta de amor, de caridad, de insolidaridad..." Y es que coge carrerilla y no sé da cuenta de que nos quiere hacer insolidarios.

Por otro lado, lo único que puedo responder es qué sentía yo cuando era niño y me ponían en el colegio los vídeos de los negritos de África que pasaban hambre. Yo era un niño muy inocente bueno, sirva de excusa, y todas las noches pedía por los negritos de África. Y ha resultado, porque parece que están viniendo todos a España ;)

Anónimo dijo...

También puede darse el caso de que el niño, harto de oír que los pobres niños sufren, desee que su sufrimiento acabe de una vez. Es darse cuenta demasiado pronto de que este misero mundo no tiene remedio. La inocencia de los niños se pierde pronto

Anónimo dijo...

Me atrevo, si mi admirado y, sin embargo, querido escritor me lo permite, a dar un paso más en la reflexìón que nos propone este post.

Para ello les recuerdo, leidos lectores, aquel precioso cuento del niño que tenía hambre y su padre, (todo un cabrón a primera vista) en lugar de darle un pez le enseñó a pescar.

y digo yo... ¿por que no pedirle a Dios por nosotros, para que en vez de mandarles peces en determinadas campañas (Manos Unidas, etc...) aprendamos a enseñarles a pescar?

Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Soy de tu misma opinión, Liendre de U. Por más que un pobre reciba ayuda, esa ayuda no le servirá a medio o largo plazo, pues nunca sabrá lo que supone el esfuerzo de dicha colaboración. Pero si se el enseña a ver y a que pruebe en sus propias carne lo costoso que es ayudarle para que él salga adelante, estoy seguro que ganaríamos todos, los que alguna vez nos acordamos de los pobres y éstos mismo, pues siempre recordarán el aprendizaje adquirido.
Por cierto, liendre de U, hace muchos años que no nos vemos, pero eso no es motivo para que nuestra amistad haya desaparecido.
Saludos.
Pablo Iglesias.

Anónimo dijo...

hey cabron, a ver si reflexionas un poco sobre tu misma existencia. lo arbitrario es absurdo,ah.... no juzgues nada... soy agnostico.