15 de junio de 2006

Elogio de Caín

Caín corroído por la envidiaPor lo visto hoy se había convocado una manifestación de profesores de secundaria. Al menos eso es lo que he oído en la radio mientras Sigfried calentaba la sopa de mi frugal colación (el chuletón venía luego, pero eso no hace al caso).

– ¡Cáspita! (he exclamado educada y mentalmente) ¿De qué va esto?

Y he aguzado el oído tras ordenar a mi mayordomo que se estuviera quieto con los cacharros.

Así me he enterado de que los profesores de Castilla la Mancha se quejaban de algún nuevo reglamento emanado por la consejería de turno. Parece ser que según ese reglamento: 1/ Sus funciones de vigilantes del alumnado (sí, he escrito vigilantes, es lo que hay) deben extenderse más allá del horario lectivo. 2/ Los alumnos, a través de cauces democráticos y modernísimos, podrán tomar parte en el establecimiento de normas de conducta en el aula.

Triste y desalentado he escuchado la conclusión de la noticia: los mismos sindicatos convocantes reconocen el fracaso de la convocatoria. “Por supuesto, -he pensado-, si la inspección te monta el pollo y te abre expediente por tener la osadía de no llegar al instituto por la minucia de hallar un palmo de nieve en la carretera, imagino que por secundar una huelga pueden someterte a torturas como escuchar la discografía completa de David Bisbal”.

Pero esta noticia que me ha dado pie para la página de hoy es sólo la punta de ese iceberg a la deriva en que se ha convertido el sistema educativo español; también llamado el “Cuento de las Tres Mentiras”, porque

a) ni es sistema (un sistema debe ser estable y ordenado, y no el arma arrojadiza de los politicastros del momento).

b) ni es educativo (también decían en la radio que nuestro nivel educativo es más bajo que el de Bulgaria o Rumania, aunque nos consuela saber que superamos el de Portugal y… ¡Malta! –menos mal-).

c) ni es español (porque el programa –ahora se llama currículo-, la normativa, los sueldos y los temarios de oposiciones los fijan ya las comunidades autónomas).

Y al hilo de esa noticia, y del despido de la universidad de mi admirado escritor Enrique Gallud Jardiel me he hecho la siguiente reflexión histórica, que les dejo aquí para su ilustración, valoración y digestión:

Antaño la sociedad premiaba al buen estudiante. Todos los padres presumían de las notas de sus hijos, a los que dichas calificaciones auguraban un futuro halagüeño. Los niños y los adolescentes, en mayor o menor medida, procuraban aprovechar los estudios, y el que no lo hacía se sabía condenado al ostracismo de los analfabetos, a que la gente lo mirara mal por no haber sido capaz de sacarse el graduado. Temían un suspenso como un rayo y repetir curso como un pedrisco. Aquellos padres que no habían podido terminar la primaria por auténtica falta de medios en todos los niveles, obligaban a los niños a estudiar en el colegio y eran capaces de los mayores sacrificios por enviar al hijo al instituto, por lejano que éste estuviera. Y los que podían enviarlo a la universidad… ¡oh musas, oh lares!… ¡Era la máxima dicha de la familia! Señalemos de paso que el buen estudiante varón gozaba de un cierto ascendiente sobre las féminas, que veían en él un compañero responsable al que arrimarse con intenciones nupciales. Y si era la chica la que destacaba en los estudios, se alzaban sus logros como estandarte del feminismo.

Pero llegó la democracia: ¡¡¡Todos somos iguales!!! Y como tontos, vagos y delincuentes ha habido y habrá en todas las épocas, nuestros geniales políticos se dijeron: ¿cómo aplicar la igualdad en la educación? Y dieron con la solución entre comisión y mariscada.

- ¡Señores! –dijo un pedagogo que había sido contable- ¡Aplicaremos el método, por demás científico, del mínimo común múltiplo! Si los tontos no pueden dejar de ser tontos, los vagos no quieren dejar de ser vagos y los delincuentes no dejan de delinquir, convirtamos a todos en tontos, vagos y delincuentes.

Y así nació la LOGSE bajo el lema: “¡El niño…!” No, perdón: “¡El Alumno es el protagonista, no el objeto, de la enseñanza!” Y con el alumno sus padres. Y con los padres las limpiadoras, los bedeles, y un gato que pasaba por allí (le llamaron personal no docente). Y se inventaron los consejos escolares.

Y en cuanto a esa panda de malvados fascistas de ideas reaccionarias llamados profesores (rebautizados como personal docente en un claro ejercicio de igualdad con el personal no docente), empeñados en constreñir el libre desarrollo de la personalidad del alumno, que no se atrevan a dudar de la buena intención del mismo, que, si no estudia, el fallo es de los docentes, que son unos carcas, y de los programas, que están mal hechos, y de los libros, que no se entienden, y de la historia, que está mal escrita, y de las ciencias, que son un rollo, y de la lengua, que es un galimatías.

De aquellos polvos vinieron aquestos lodos: los colegios y sobre todo los institutos se han convertido en corrales de ganado donde se encierra a los alumnos para que no molesten en su casa. El que aprueben o suspendan es lo de menos, ya que con tres o cuatro suspensas pasarán al curso siguiente, y gracias a ese milagro llamado promoción automática, también los que suspenden once pasarán de un curso a otro por no dejarlos atrás, pobrecitos. De ese modo, a ese alumno inoportuno y discriminador que quiera destacar sobre los demás se le quitarán las ganas de estudiar, pues verá que el resultado final es el mismo. Y a aquel nene gracioso y zangolotino a quien su creatividad sugiera escupir al profesor, fumarse unos porros en clase o pintar de mierda (literalmente) los pasillos, se le dejará en paz, en aras de su correcta integración en la comunidad educativa.

Los padres y madres y progenitores y progenitoras y personal no docente decidirán cuál es el horario más adecuado y las posibles sanciones a aplicar en caso de falta, por supuesto. Que no se piense el personal docente que, por el simple hecho de haber aprobado una carrera y unas oposiciones está más cualificado o es mejor que el resto. (No sé si he dicho que todos somos iguales).

Así, en esta escala social tan moderna y tan democrática, donde se premian el chanchullo, la ignorancia, el caciquismo, la descalificación, el insulto, la estafa, la ociosidad y el gusto al cuerpo, los alumnos que salgan de nuestras aulas estarán perfectamente preparados para asumir su rol. Por supuesto, algunos irán a la universidad, donde perpetuarán el sistema en una adolescencia eterna repitiendo primero una y otra vez. Y si, después de tan magno esfuerzo de igualación, algún elemento egoísta y malvado insistiera en ser mejor que los otros y se atreviera a conseguir un título universitario, el sistema democrático lo condenará al paro, para que aprenda que no es más que nadie ni tiene más derechos por haberse matado a estudiar.

Y por eso vienen que ni pintados aquí estos versos de Machado, al que hay que darle más razón que a un santo:
Caín mata a Abel con una quijada de burro que encontró allí al lado

La envidia de la virtud
hizo a Caín criminal…
¡Gloria a Caín!, hoy el vicio
es lo que se envidia más.



Porque como demuestra ahora la LOGSE, la culpa de su propio asesinato fue de Abel. Por trepa, por egoísta y por insolidario.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Doy fe por lo que conozco. Un sincero aplauso, querido escritor.

Anónimo dijo...

Doy fe por lo que conozco. Un sincero aplauso, querido escritor.

Anónimo dijo...

Aplausos merecidos y gracias eutrapélicas.
Por orden.

Meritxell2000 dijo...

Bueno, si parece que conoces a la perfección lo que hay en la enseñanza... Mejor diagnóstico, imposible. Enhorabuena por haberlo expresado tan bien y en ese tono humorístico. Me ha encantado leer este post después de haber tenido yo una dura lucha con algunos de esos cainitas cargándose la clase.

Anónimo dijo...

Chico, aun estoy temblando de MIEDO!!Me he dado una vuelta por la web de ¡Gracias a Dios nos fuimos!, y mare de Deu, que impresion me he llevado, sobre todo de las experiencias y mas aun de las mujeres internas. Joer, ahi cosas que dejan huella en la persona, aunque creamos que no...PUFFFFFF......me tiembla todo....

Anónimo dijo...

Denisa es una niña rumana.El próximo mes de Septiembre llevará un año en España. Cuando comenzó el curso que ahora acaba, llegó al colegio sin saber una palabra de español.Se la incluyó en un grupo de quinto aunque por su edad debería haber sido en sexto. Se tomó esa decisión por si su nivel no era el requerido en el último curso de primaria y por la barrera del idioma.
Lógicamente, todos sus profesores supieron que había que ayudarla, como a todos, para ponerse al día. Pero la ayuda resultó casi innecesaria. Desde el primer momento la expresión maravillosa de su rostro proclamaba su avidez por comprender, por asimilar, por ser una más de la clase. La barrera del idioma empezó a hacerse trizas el primer día. Su deseo de participar en clase fue total desde
el primer momento.
Acabó el primer trimestre comprendiendo y hablando fluidamente el español y su media al acabar el curso ha sido de sobresaliente.
Denisa es muy inteligente, pero eso no es lo más importante. A lo largo de este año sus profesores la han visto confiar en ellos, hacer preguntas ante cualquier duda, dar las gracias con una educación exquisita, ser amable y generosa con sus compañeros, humilde ante sus fallos y con un afán de superación muy grande... Y lo mejor, todo ello con esa sonrisa luminosa y limpia que ha servido de aliento, en alguna que otra ocasión, cuando el día se te nubla y piensas arrojar la toalla.
Sí. Merece la pena.

Javier Monreal Malpesa dijo...

He imprimido el artículo "Elogio de Caín" para enseñárselo a mis padres, que son profesores ya jubilados.

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